Hay una verdadera y una falsa ciencia, una magia divina y una magia infernal. El mago dispone de una fuerza que conoce; el hechicero se esfuerza por abusar de lo que ignora. El “diablo” –si esta permitido aplicar esta palabra despreciable y vulgar-, se entrega al mago, y el hechicero se entrega al diablo. El mago, es el soberano pontífice de la naturaleza, el hechicero, no es otra cosa que el profanador e la misma. El hechicero, es al mago, lo que el supersticioso y el fanático, al hombre verdaderamente religioso.

La magia es la ciencia tradicional de los secretos de la naturaleza que nos viene de los magos  por medio de esta ciencia, el adepto se encuentra investido de una omnipotencia relativa, y puede operar súper humanamente. Es decir, de una manera que no esta al alcance de los demás hombres.

Volviendo a la ciencia y al poder de los magos, (al sanctum regnum), diré que le son indispensables cuatro cosas: una inteligencia esclarecida por el estudio, una audacia sin límites, una voluntad inquebrantable, y una discreción que no pueda corromperse, o enervarse por nada.

 SABER, OSAR, QUERER, Y CALLAR.  He aquí los cuatro verbos del mago, que están escritos en las cuatro figuras simbólicas de la esfinge.

Estos cuatro verbos, pueden combinarse juntos de cuatro maneras, y se explican cuatro veces los unos de los otros.

La primera cosa mágica, y también la primera de todas las obra de la ciencia, y  la que encierra todas las demás, la que es el principio de la GRAN OBRA,  viene a ser la creación de si mismo… por que el mago es verdaderamente el creador del mundo pequeño: EL MICROCROSMOS.

Saber sufrir, abstenerse y morir,  tales son pues, los primeras secretos que nos colocan por encima del dolor, de las angustias sensuales y del miedo a la nada.

El mundo es un campo de batalla, en donde la libertad disputa con la fuerza de la inercia, oponiéndola a la fuerza activa.

Las leyes físicas son la muelas de las que ceras el grano, si so sabes ser el molinero.

Para reinar sobre estos símbolos animales, es preciso vencerlos y encadenarlos.

Aquel que aspira a ser sabio, y a conocer el enigma de la naturaleza, debe ser heredero y descifrador de la esfinge.

¿Eres hombre sin indecisión y sin caprichos? ¿No aceptas el placer mas que cuando quieres, y no quieres sino cuando debes? ¿No eres siempre así? Pues todo esto puede ser, si tú lo quieres.

Poder hacer o usar y abstenerse, es poder dos veces. La mujer te encadena por tus deseos; se dueño de tus deseos y tu encadenarás a la mujer.

Aprender a vencerse, es aprender a vivir. Las austeridades del estoicismo, no eran sino una vana ostentación de la libertad.

Para hacer alguna cosa, es preciso saber lo que se quiere hacer, o por lo menos, tener fe en alguien que lo sepa. ¿Pero como seguir a aquel que ni el mismo sabe adonde va?

En el camino de la alta magia, no hay que comprometerse, si no se está realmente seguro de lo que se quiere; porque una vez en el camino, es preciso llegar al fina o perecer en el; dudar ahí, es volverse loco, detenerse es caer, retroceder, es precipitarse a un abismo.

El que lea lo aquí escrito, y si lo comprende y quiere  leer hasta al fin; si es puro, este escrito será para el, una luz; si es santo, será su religión, si es sabio, regulará su sabiduría, si es fuerte, será su arma, pero si es pecador, si es malvado, este libro será para el , como una antorcha infernal, destrozará su pecho, como si fuera un puñal, quedará en su memoria como un remordimiento, le llenará de  indignación, y de quimeras la imaginación, y le conducirá por caminos de desesperación; querrá reír, y solo lograra llorar.

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